Cocaína

«A quienes oigan este mensaje, una pequeña dosis de cocaína podría ayudar, tomese solo en casos de urgencia»

Cocaína, claro! Como no se me ocurrió! Un poco de cocaína, es lo único que me puede ayudar a despertar de este letargo. Todo lo que necesito es un poco de cocaína para volver a estar vivo, respirar, o moriré dormido en esta fábrica.
Quisiera salir pero no hay, no hay forma de salir ni de escapar. No hay manera de encender los motores de nuevo para poder abrir las puertas.
Cuando crearon la fábrica con energía solar no pensaron que los motores fueran a detenerse. Tampoco pensaron que el sol se iba a apagar, claro, nadie lo esperaba. Por suerte los almacenes estaban llenos.
Cocaína, cocaína en algún sitio. La falta de sol solo hace que todos nos vayamos apagando. Solo quedo yo aqui dentro. Y me cuesta tanto moverme. Todos murieron. Los tuve que poner en el frigorífico. Ciento veintitrés personas en total, joder.
Y Carmen, pobre carmen, tan linda y buena. Ella no lo merecía no. Recuerdo aquella vez cuando me llamó para que la ayude con la traducción al francés. Sentánrme a su lado y susurrárle de cerca. Mi boca rosó su oído. Me miró un segundo y sonrió nerviosa peinándose ese lado del cabello. Olor al oído de Carmen.
Maldita fabrica. Si tan solo pudiera abrir alguna de las compuertas.
Tampoco se si hay vida ahí fuera después de dos meses sin sol.
pero debo conseguirlo.
El despacho de Jorge… A ver… Si fuera Jorge la guardaría en… Aquí! junto a los papeles de hacienda claro!
Debí saber que Jorge podía tener un poco, siempre tan despierto, no podía ser solo efecto del café. Ahí a ver,,, tomaré solo una dosis. sniiiff.
Woaaaaaa. si, puedo caminar normal! puedo saltar!
ahora si, vuelvo corriendo al almacén.

En el almacén salté y salté, rebotando contra algunas paredes logré alcanzar el comienzo del tubo de descarga, si a alguien se le hubiera ocurrido que soldar los muebles al suelo no era buena idea hubiese podido moverlos para subirme. Pero ese salto me salvó. Pude colgarme hasta alcanzar la manivela de la puerta de carga del almacén y salir por ahí.

Afuera nevaba. Por suerte tenía unas cuantas bolsas de consorcio para cubrirme y las botas de trabajo que eran a prueba de todo. Parecía como si recién hubiese empezado a nevar.
la carretera estaba vacía. La estación de servicio en frente de la fábrica también.
Oí un ruido fuera, alguien cargando nafta. Salí y se sorprendió al verme, le saludé. Ella paró de cargar nafta y se metió en el coche. Me acerqué corriendo y le grite Señorita! señorita!!
Ella arrancó el coche y se fue a toda velocidad.
yo me quedé mirando la carretera por la que se fue.
Me puse a llorar. Gasté el último efecto de la cocaína en llorar. Luego volví a mi estado somnoliento. A lo lejos, entre mis ojos húmedos y adormecidos vi volver el coche de la chica, el 306.
Me apuntó con una escopeta y me hizo entrar. Yo entre, no tenía nada que perder.
Me dijo, como intentes algo te mato.
Ahí le conté mi historia. Ella me dijo que estaba todo muy difícil. La mayoría de las personas o habían muerto o se habían ido en las naves. Buscando un planeta más caliente, alguna otra estrella habitable.
La tierra se mantenía aún con su propio calor pero eso no iba a durar mucho. Estaba también fuera de orbita, flotando en busca de otra estrella. Al final la tierra era como una gran nave. Los que se fueron calcularon que se iba a estrellar contra marte y sería un desastre, pero no pasó.

Así estuvimos a la deriva. Flotando y flotando. Con Lucrecia tuvimos 2 hijos. Provisiones sobraban. Cada tanto veíamos pasar una estrella lo suficientemente cerca como para que haga un poquito más de calor y nos volvía la energía. Para recuperarnos siempre teníamos la cocaína, montones de ella. En nuestro estado no nos volvimos adictos y solo tomábamos cuando hacía falta.

A quienes oigan este mensaje, probablemente la tierra haya chocado contra esa estrella, nosotros habremos muerto mucho antes y nuestros hijos y nietos también. Los seres humanos si existieron. Fue una linda aventura.

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